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¿Te has preguntado alguna vez por qué el nombre de dominio influye tanto en el posicionamiento web? Mucha gente cree que basta con elegir cualquier combinación de letras o una palabra graciosa, y asunto arreglado. Sin embargo, la realidad es que tu dominio puede marcar la diferencia entre destacar en los resultados de búsqueda o perderte en la inmensidad de sitios que compiten por la atención de los usuarios.
En la era de la información digital, los robots de búsqueda como Google utilizan numerosos criterios para determinar qué página aparece primero y cuál se queda relegada en la página 10 de resultados. Entre esos factores, el dominio se vuelve crucial para ofrecer una primera pista sobre la temática de tu sitio.
Cuando un motor de búsqueda rastrea un nuevo dominio, se fija en aspectos como la antigüedad, las palabras clave que pueda contener y la autoridad que ha ido acumulando con el tiempo. Si tu dominio incluye un término relacionado con tu industria, puedes obtener una pequeña ventaja competitiva, aunque esto por sí solo no resolverá toda tu estrategia de posicionamiento en buscadores. Pero ojo, tampoco es recomendable abusar e incluir demasiadas keywords, porque podrías caer en la sobreoptimización.
La extensión que elijas y la estructura general del dominio también pueden mandar señales importantes a Google sobre tu ubicación geográfica o el tipo de contenido que ofreces. Por ejemplo, hay terminaciones que están más asociadas a un país en específico y otras que se reconocen de manera global. Pero no se trata únicamente de geolocalización; cada extensión tiene su reputación, y eso termina influyendo en cómo los buscadores perciben tu sitio.
Además, un dominio fácil de leer y de escribir se comparte con más naturalidad. Piensa en cómo la gente recomienda páginas a sus amigos: si es muy largo o confuso, se dificultará la divulgación boca a boca. Esta difusión espontánea también es un factor que puede influir indirectamente en el SEO, ya que aumenta el tráfico orgánico y el número de enlaces entrantes.
Las palabras clave son la base de la optimización SEO. Incluir al menos un término que describa tu nicho en el nombre de dominio puede ayudarte a posicionarte mejor cuando la gente busque ese término. Sin embargo, hay que tener moderación. Un dominio como “comprarpantallasbaratasparaordenadorespuntoalgo” sería prácticamente incompartible. El objetivo es hacer que el nombre sea conciso, relevante y atractivo.
Cuando las personas ven tu dominio, deben entender de forma inmediata de qué trata tu proyecto o, por lo menos, intuir el sector en el que te desenvuelves. Pero no conviertas tu URL en una cadena interminable de palabras. Google premia la pertinencia, no la saturación. Además, un dominio excesivamente extenso puede parecer poco profesional y complicar la experiencia del usuario al tratar de recordarlo.
Por ejemplo, si tu negocio gira en torno a la venta de productos ecológicos, podrías integrar algo como “verde” o “eco” en tu dominio, dejando claro tu enfoque. Esto aporta un valor semántico que conecta con la temática que la gente podría buscar. Así, si un usuario teclea algo relacionado con productos ecológicos, tu sitio podría tener una ligera ventaja al tener la keyword integrada.
Con la gran cantidad de sitios que existen, es probable que se te ocurra un nombre que ya esté registrado, o que sea muy similar al de otro portal. Para evitar confusiones, lo ideal es investigar si ese nombre (o uno casi idéntico) está en uso. No querrás que tu público acabe visitando otro lugar por error.
Si encuentras una buena variante disponible, es recomendable analizar si tiene sentido a largo plazo. Quizá quieras crecer en distintos mercados o ampliar el alcance de tus contenidos, así que tu dominio debe ser lo bastante amplio para que no limite tus posibilidades. Por ejemplo, si tu dominio es demasiado específico (como “recetassaladasporsiempre”) y luego decides publicar postres, podría parecer inconsistente.
Mantener el nombre corto es uno de los consejos más repetidos en la industria. Y aunque no siempre es posible encontrar un dominio corto que esté disponible, conviene intentarlo. Cuanto más breve sea, más fácil será para tus visitantes teclearlo y recordarlo. Además, un dominio con pocas letras suele verse mejor en tarjetas de presentación, redes sociales y otros espacios de promoción.
No obstante, la brevedad no debe sacrificar la claridad. Un dominio tan corto que no diga nada sobre tu actividad podría terminar siendo contraproducente. Es decir, si tu sitio trata sobre recetas de cocina y tu dominio es “xr.com”, no tendrá mucho sentido ni generará confianza en alguien que busca ideas culinarias. Lo ideal es hallar un punto medio entre la concisión y la palabra o palabras que definan tu proyecto.
Puede que no lo pienses a primera vista, pero que el dominio sea pronunciable también influye en su capacidad de difusión. Imagina que alguien, en una conversación, quiere recomendar tu web a un amigo. Si el dominio es un revoltijo impronunciable de consonantes y números, esa persona tendrá que deletrearlo, lo que a veces resulta tedioso y poco natural.
Además, los buscadores valoran las menciones orgánicas que hagan los usuarios, tanto en foros como en redes sociales, e incluso en el mundo real. Si tu dominio puede enunciarse con facilidad y la gente lo retiene en la memoria, estarás ganando un plus de reconocimiento. Por otro lado, si incluyes guiones en exceso o palabras extrañas, podrías obstaculizar esa naturalidad en la comunicación.
Cuando pienses en tu estrategia de SEO, no olvides el papel de la extensión o TLD (Top-Level Domain). Existen extensiones sumamente comunes que se asocian a propósito global, y otras más específicas que pueden reforzar la autoridad si tu contenido pertenece a un nicho muy concreto. Incluso existen extensiones territorialmente enfocadas, que suelen corresponder a países.
Elegir la extensión adecuada depende de tus objetivos. Si quieres difundir información a nivel mundial, podrías optar por extensiones genéricas. Si tu público se concentra en un país en particular, una extensión local puede indicar a los motores de búsqueda y a los usuarios que tu contenido está dirigido a esa región. El truco es identificar las necesidades de tu proyecto para escoger la TLD que sea más coherente.
No sólo se trata de algoritmos y motores de búsqueda, también entra en juego la percepción de las personas que hagan clic en tu enlace. Existen extensiones que pueden generar más confianza al público, y otras que podrían lucir un tanto desconocidas y levantar dudas. Por lo general, la gente prefiere direcciones web que suenen fiables y fáciles de reconocer.
Aun así, si tu marca ya goza de cierta reputación o quieres destacar por ser único en el sector, puede que una extensión menos tradicional te ayude a diferenciarte del resto. Lo esencial es analizar cómo esa decisión afecta la forma en que el usuario interpreta tu dominio. ¿Te verán como un sitio moderno, como un blog personal, o como un portal legítimo de noticias? Esto influye en la tasa de clics y, por ende, en el posicionamiento en buscadores.
En varios idiomas, hay términos que se escriben parecido o igual pero tienen significados distintos, lo que puede causar malentendidos. Si tu público habla principalmente español y tu dominio está en otro idioma, asegúrate de que no se preste a confusión o no suene demasiado forzado.
De igual manera, evita nombres que puedan leerse de forma diferente dependiendo de la región. Por ejemplo, un vocablo que en un país es totalmente inocente, podría ser malinterpretado en otro. Recuerda que internet es un espacio global, y un pequeño error en la elección de nombre podría llevar a situaciones embarazosas.
Aunque suene obvio, hay gente que escribe mal ciertas palabras con frecuencia. Si tu dominio contiene un término propenso a errores ortográficos, podrías estar dejando a usuarios fuera de tu alcance, porque escribirían otra versión de tu URL. Por ejemplo, si tu palabra principal es “descárga”, algunos pondrán “descaga”. Reflexiona si el dominio es tan propenso a ser mal tecleado que valdría la pena buscar una variante más sencilla.
También está la opción de registrar los posibles errores de ortografía como dominios adicionales y redirigirlos a tu sitio principal. Esto puede ayudarte a no perder visitas por confusiones al teclear, aunque implica un gasto adicional. En cualquier caso, analiza si lo necesitas realmente, porque no siempre es obligatorio para un proyecto en etapas iniciales.
Los dominios que se basan en tendencias muy actuales pueden tener picos de popularidad, pero quedarse sin relevancia con el tiempo. Si tu proyecto busca trascender y mantenerse a lo largo de varios años, conviene que el nombre de dominio sea atemporal o se pueda adaptar a los futuros cambios del mercado.
Imagina que tu sitio se llame “modaverano2023puntoalgo”, puede que en 2024 ya no resulte tan atractivo o se sienta obsoleto. Es preferible optar por denominaciones que no caduquen con rapidez. Por supuesto, si tu estrategia se basa en lo efímero y tienes la infraestructura para renovarte constantemente, podrías tomar un nombre más orientado a la moda del momento. Aun así, en la mayoría de casos, la longevidad es clave para solidificar la identidad de tu espacio.
En ocasiones, para obtener el nombre perfecto, algunas personas añaden guiones o números en su dominio. Esto puede ser útil si el nombre sin guiones ya está en uso. No obstante, abusar de los guiones dificulta la memorización y la pronunciación. Además, da la sensación de que el dominio es menos profesional. Un guion podría ser aceptable, pero varios seguidos suelen generar desconfianza.
En cuanto a los números, la mayoría de las veces es mejor evitarlos. A menos que tengan un sentido claro para tu marca o reflejen un concepto interesante, podrían añadir complejidad innecesaria. La gente no siempre recordará dónde van los dígitos ni el formato exacto que deben teclear. Y si tu dominio suena como algo tipo “buenacombo4ti”, algunos podrían quedar confundidos sobre el significado real.
Si tu proyecto tiene una temática formal, como asesorías financieras, tal vez prefieras un dominio serio y profesional. Pero si tu contenido es desenfadado, joven y fresco, el nombre podría jugar con palabras más relajadas o incluso incluir algún término en inglés, siempre que no resulte inentendible.
La clave está en alinear la esencia de tu proyecto con el dominio, para que la gente asocie inmediatamente ambas cosas. Además, cuidar la coherencia en todos los frentes (nombre, diseño web, contenido, tono de comunicación) contribuye a que los usuarios tengan una experiencia uniforme y satisfactoria. Un dominio gracioso para un blog de arte puede funcionar de maravilla, pero no necesariamente para un sitio de servicios profesionales.
Uno de los errores más comunes es optar por un nombre de dominio interminable, ya sea porque quieres incluir muchas keywords o porque quieres describir todo lo que ofrece tu sitio. Esto podría dificultar la recordación y hasta el copy-paste en redes sociales. Las personas prefieren lo sencillo y fácil de escribir. Un dominio interminable no sólo cansa la vista, sino que puede ser propenso a errores cuando alguien intente teclearlo.
Ten presente que tu objetivo es atraer y retener visitantes, no espantarlos con un reto de ortografía. Además, los robots de búsqueda también valoran la legibilidad del dominio. Si sobrecargas la URL con demasiadas palabras, podría perjudicar tu imagen y, en algunos casos, podría incluso interpretarse como un intento de manipular los resultados.
Aunque no debes mencionar marcas ni comparaciones de precios, es válido señalar que, al escoger tu dominio, conviene revisar si también podrás usarlo o algo similar en tus perfiles de redes sociales. Mantener coherencia entre tu nombre de dominio y tus cuentas en diferentes plataformas facilita que la gente te encuentre.
Si el nombre que quieres no está disponible en redes sociales o ya lo está usando otra persona, podrías toparte con problemas de identidad digital. Incluso la gente podría confundir tu proyecto con otro o no lograr ubicarte fácilmente. Es mejor verificar estos detalles antes de cerrar el registro de dominio, para prever posibles inconvenientes en tu estrategia de marketing.
Si tu objetivo es impactar en una zona o país específico, usar una extensión territorial puede reforzar la confianza en tu público y apoyar el SEO local. Además, podrías posicionarte más rápido en búsquedas regionales. Sin embargo, considera que si en el futuro planeas expandirte a otros países, la extensión local podría “encasillarte” un poco.
En esos casos, hay quienes registran una extensión local y otra más universal, realizando redirecciones según la ubicación de los usuarios. Esto es un poco más complejo, pero te permite tener la puerta abierta a un alcance global sin perder la ventaja de lo local. Analiza bien tu estrategia a mediano y largo plazo para saber si te conviene dar este paso.
Para contenido que trasciende fronteras, una extensión reconocida mundialmente suele ser la opción más sensata. Además, si tu dominio incorpora una keyword que pueda entenderse en distintos idiomas, podría suponer un impulso adicional en el posicionamiento en buscadores. No olvides que, si el idioma principal de tu sitio es el español, pero aspiras a llegar también a personas que hablan otras lenguas, quizá debas ofrecer versiones multilingües de tus contenidos.
Sin embargo, el dominio, en sí mismo, no te garantiza una presencia internacional sólida. Debes acompañar tu elección con estrategias de SEO multilingüe, creación de contenido de calidad y un marketing que vaya más allá de fronteras. La extensión es sólo uno de los tantos componentes que definen tu éxito en el escenario global.
Si tu proyecto crece, podrías encontrarte con personas que intenten aprovechar tu nombre de dominio para engañar a los usuarios o redirigir tráfico a sus propias páginas. Para prevenirlo, a veces es bueno registrar las principales variaciones de tu dominio, con y sin guiones, o con otras extensiones populares. De esta manera, evitas que terceros se adueñen de esas direcciones.
No obstante, en etapas tempranas, cuando la mayoría de los emprendedores cuenta con recursos limitados, tal vez no sea una prioridad. Lo importante es que te informes para saber cómo proceder si un día aparece alguien usando un dominio muy parecido al tuyo. Existen normativas que regulan estas disputas, pero lo mejor es prevenir cuando sea posible.
Procura que tu nombre sea reconocible, auténtico y fácil de asociar con la esencia de tu proyecto. La gente, al oír o ver tu dominio, debe percibir una relación clara con lo que ofreces. Si tu marca personal o empresarial es conocida en tu sector, el dominio puede reforzar esa reputación de manera efectiva. Por el contrario, un dominio genérico que no diga nada podría diluir la fuerza de tu marca y hacerte perder relevancia.
Eso sí, trata de no caer en la tentación de meter demasiados conceptos a la fuerza. Un dominio con varios significados podría terminar siendo un desorden. Sé objetivo y revisa si la gente a tu alrededor capta de inmediato lo que quieres transmitir con ese nombre, o si necesitan que se lo expliques demasiado.
Hay quienes piensan que incluir varias palabras clave en el nombre de dominio lo hará posicionar “mágicamente”. Esto no es así. Los algoritmos actuales penalizan los intentos exagerados de manipulación SEO. Un dominio excesivamente centrado en keywords puede lucir antinatural y espantar a los usuarios.
La mejor aproximación es el equilibrio. Escoge una keyword o una referencia a tu nicho, y agrégale un componente único que te dé personalidad. De esa forma, no caerás en la repetición forzada ni en la saturación. Recuerda que la experiencia del usuario y la naturalidad pesan mucho en los criterios de posicionamiento. Demasiadas keywords en el dominio podrían generar más problemas que beneficios.