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Cuando alguien visita tu sitio web, lo primero que nota no es el contenido profundo ni la propuesta de valor, sino la apariencia general. Aunque muchos crean que lo más importante es solo el texto o los productos, la verdad es que un sitio descuidado puede arruinar la primera impresión y hacer que el usuario se marche en segundos. Un sitio profesional es clave para transmitir seguridad, atraer clientes y fortalecer tu imagen en Internet.
El diseño visual es el alma de tu sitio. No se trata solo de poner colores bonitos o imágenes llamativas. La coherencia en el uso de paletas, las tipografías y la distribución de los espacios influye directamente en cómo perciben tu página.
Un diseño desordenado puede confundir y molestar. Las personas suelen salir de sitios que se sienten caóticos o recargados. En cambio, un diseño limpio invita a quedarse, explorar y consumir contenido.
Elegir colores no es cosa de “me gusta el azul y ya”. Cada color comunica algo. Los tonos claros suelen transmitir tranquilidad, mientras que los oscuros pueden dar un aire elegante o serio.
Las tipografías también juegan un papel esencial. Deben ser legibles y adaptarse bien a distintos tamaños de pantalla. Una buena regla es usar máximo dos familias tipográficas para mantener una armonía visual.
La navegación es como el mapa que guía al visitante. Si un usuario entra y no sabe a dónde ir, se frustrará rápido y se irá. La estructura del menú debe ser clara y lógica.
Una navegación confusa puede hacer que hasta el contenido más valioso pase desapercibido. Colocar botones y secciones en lugares estratégicos permite que el visitante encuentre lo que busca sin esfuerzo.
El menú debe estar siempre visible y ser sencillo. Nada de menús escondidos o complicados. Si usas submenús, estos deben estar bien organizados y con nombres fáciles de entender.
La clave está en pensar como el usuario. Imaginate que no conoces tu página, ¿sabrías dónde encontrar lo esencial? Si no, es hora de reorganizar.
Una página lenta es sinónimo de perder visitantes. Hoy en día nadie tiene paciencia para esperar más de unos segundos. Una carga rápida no solo mejora la experiencia, sino que también ayuda a que tu web se posicione mejor en buscadores.
Optimizar imágenes, reducir scripts innecesarios, evitar el uso excesivo de animaciones pesadas y mantener el código limpio son pasos básicos. También es clave revisar el tamaño de los archivos y minimizar el número de peticiones que hace tu web al servidor.
Si tu página tarda más de 3 segundos en cargar, ya estás perdiendo posibles clientes. Sí, suena duro, pero es la verdad.
Un sitio con contenido antiguo parece abandonado. Mantener las publicaciones al día y mostrar que tu negocio sigue activo inspira confianza.
Si ofreces servicios o productos, verifica que las descripciones estén completas y actualizadas. Si tienes un blog, sube artículos nuevos cada cierto tiempo. No hace falta publicar cada semana, pero sí mostrar que hay vida en tu página.
Nada peor que hacer clic en un enlace y que no funcione. Esto genera una sensación de desconfianza inmediata. Revisa todos los links y corrígelos si están rotos.
Además, asegúrate de que las imágenes se vean bien y que no haya errores tipográficos graves. Aunque pongamos algunas faltas a propósito para dar naturalidad, el texto debe estar en general bien escrito.
Una imagen vale más que mil palabras, pero una foto borrosa puede valer cero. Usar imágenes de alta calidad y videos bien producidos hace que tu web luzca moderna y confiable.
Las fotos deben estar bien iluminadas y ser coherentes con el estilo de tu sitio. Evita imágenes genéricas que se noten falsas o demasiado “publicitarias”.
Si no puedes crear imágenes propias, busca bancos que ofrezcan buena calidad. Asegúrate de que las imágenes tengan el tamaño adecuado para no afectar la velocidad de carga.
En el caso de los videos, revisa que se reproduzcan bien en todos los dispositivos y que no se vean pixelados.
Cada vez más personas navegan desde el celular. Si tu página no se adapta, estarás dejando fuera a muchos usuarios. Una web adaptada significa que todo se vea y funcione bien, sin que la persona tenga que hacer zoom o deslizar de forma incómoda.
Las imágenes deben ajustarse al tamaño de pantalla, los botones deben ser fáciles de pulsar y los textos deben leerse sin problemas.
Una página responsive no solo mejora la experiencia, también es valorada positivamente por los buscadores.
Los llamados a la acción (o CTAs) son mensajes que invitan al usuario a realizar una acción específica: comprar, registrarse, descargar, etc. Si no están bien definidos, el visitante puede no saber qué hacer después de leer.
Los botones deben ser visibles, con colores que contrasten y textos directos. Frases como “Quiero saber más”, “Empezar ahora”, “Descargar gratis” (aunque evitamos la palabra gratis porque a veces da desconfianza) funcionan bien.
Ubica los CTAs en puntos estratégicos: arriba, en medio y al final de cada sección importante.
No todo se trata de llenar la pantalla con cosas. Los espacios en blanco ayudan a que cada elemento respire y tenga su propio protagonismo.
Un sitio muy cargado puede cansar la vista y confundir. En cambio, uno que usa bien los espacios vacíos se siente ordenado y moderno.
No tengas miedo de dejar margen entre secciones, usar líneas separadoras o bloques con fondo neutro. El equilibrio visual hace que el visitante se enfoque en lo esencial y no se pierda.
Si tu web no transmite seguridad, nadie se va a animar a dejar sus datos o realizar una compra. Mostrar que tu sitio usa protocolos seguros y tener un diseño cuidado ayuda a construir esa sensación de confianza.
Incluye páginas claras de políticas y términos, aunque no sean lo más emocionante. Eso muestra seriedad y responsabilidad.
Un pequeño candado en el navegador, sellos de seguridad o mensajes que informen sobre la protección de datos ayudan mucho.
La transparencia en la información de contacto también suma puntos. Ofrece formularios sencillos y visibles, datos actualizados y si es posible, varias formas de comunicación.
La tipografía no solo debe verse bonita, sino ser cómoda para leer. Una letra muy decorativa puede quedar bien en un logo, pero no en párrafos largos.
El tamaño debe ser adecuado y los colores del texto deben contrastar con el fondo para evitar que el lector fuerce la vista.
Evita usar demasiados estilos o tamaños distintos en la misma página. Mantén coherencia en títulos, subtítulos y párrafos.
Si decides resaltar palabras en negrita o cursiva, hazlo con criterio, sin abusar. Esto ayuda a guiar al lector por la página y destacar información relevante sin saturar.
Aunque acá usamos algunos errores intencionales para que se sienta más natural, en general un sitio profesional debe cuidar la escritura. Revisar bien cada texto evita que el usuario piense que es una página improvisada.
Los iconos pueden complementar el texto y guiar la vista, pero deben tener sentido. No pongas un icono solo porque “se ve lindo”. Cada elemento visual debe aportar algo al mensaje.
Si tus botones tienen un estilo en la página de inicio, ese mismo estilo debe repetirse en todas las demás secciones. Igual con los enlaces. Cambiar el formato confunde y rompe la experiencia.
Lo que se ve perfecto en un navegador puede no funcionar en otro. Lo mismo con distintos dispositivos. Probar tu web en varios escenarios asegura que todos los usuarios tengan una experiencia positiva.
Aunque no es obligatorio, mostrar testimonios reales ayuda a construir confianza. Pueden ser reseñas de clientes o historias breves de cómo tu producto o servicio ayudó a alguien.
Un pequeño detalle que muchos olvidan es el favicon (el ícono pequeño que aparece en la pestaña del navegador). Aunque parezca algo menor, da un toque profesional y ayuda a identificar tu página cuando el usuario tiene varias pestañas abiertas.
Si tu web tiene formularios, asegúrate de que sean cortos y fáciles de completar. Pide solo lo necesario. Formularios largos pueden espantar al visitante.
Piensa en usuarios con dificultades visuales o motoras. Asegúrate de que la web sea accesible para todos, usando textos alternativos en imágenes y controles fáciles de usar.
Si usas fotografías, que todas tengan un estilo similar. Esto da uniformidad al sitio. Imágenes mezcladas sin ningún criterio pueden restar profesionalismo.
No te quedes solo con lo que ya tienes. Siempre piensa en qué contenido nuevo puedes agregar para mantener la web viva. Un sitio que evoluciona demuestra que detrás hay un equipo activo y comprometido.